Al nacer se nos concede el Don de la Inercia Vital, por
llamarlo de alguna manera, un estado de energía positiva y dinámica, latente en
todas las acciones que emprendemos a lo largo de nuestra vida. Podría definirse
como la "sensación de sentirse vivo".
Esta cualidad debe ser apreciada y no infravalorarse, porque
nos aporta ganas conscientes, e inconscientes, para desarrollar todas las
actividades que deseamos sin requerir un esfuerzo implícito excesivo.
La Inercia Vital desaparece cuando se sufre una enfermedad física y/o mental grave, asociada a la ingesta
de una fuerte medicación crónica necesaria con fármacos que alteran el estado natural a
la par que lo hace su patología. Se producen alteraciones sensitivas que anulan la
Inercia Vital. Las acciones cotidianas dejan de fluir con naturalidad,
requiriéndose un tremendo esfuerzo para afrontar el día a día.
Tanto los enfermos físicos, como los mentales, nos vemos afectados por este síntoma que debe de ser reconocido mediante la observación
de desgana, lentos y mínimos movimientos físicos, falta de concentración
mantenida en actividades como la lectura y la escritura; y la carencia, o
fallos, de memoria a corto, medio y largo plazo.
Detectar esta alteración es el principio de la amortiguación
de la misma. Lamentablemente esta situación de inactividad no desaparece nunca
al tratarse de enfermedades degenerativas, pero sí puede convertirse en una
aceptable cotidianidad vital gracias al apoyo de quienes se relacionan con el
enfermo en todos los ámbitos sociales, especialmente en el familiar y laboral.
La persona afectada requiere de paciente ayuda y constante
motivación por parte de las personas que le rodean para afrontar su carencia de
Inercia Vital, obteniendo la máxima comprensión ante esta problemática. No somos
vagos o desentendidos del entorno, estamos sufriendo la falta de empuje en la
vida, alterada por la enfermedad y la química; y nos esforzamos cada día por
levantarnos a fuerza de ganas de vivir, por nosotros y sobre todo por quienes nos rodean.
El contacto y la empatía (ponerse en el lugar del otro) son la clave para poder comprender y sentir esta dolencia casi invisible, pero vital para las personas que somos dependientes. En verdad "todos somos dependientes unos de otros", no discapacitados, llamarlo así es peyorativo, negativo, y hay que cambiar ese concepto para enfocarlo de tú a tú en las relaciones diarias.
Muy recomendable hacer una reflexión, meditación y cambio de significados dentro de la Naturaleza, donde todo sucede por algún motivo, aunque lo desconozcamos.
Descubre lo fácil que es observar en silencio los mensajes de quienes "dependemos" de ti, tal y como somos. Gracias por aprender con nosotros la diversidad vivencial y definirnos con cariño. Los miedos desaparecen cuando se entienden las emociones entre las personas.
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