OLOR A MENTA
Empezar a
fumar, y dejarlo en varias ocasiones, era el sin sentido que vivía una joven
que podría ser tu hermana o tu hermano.
Cuatro años
fumando como una chimenea, una cajetilla de cigarrillos por día, lo que ella
llamaba un suicidio lento y silencioso.
Dosis de
nicotina que mientras destruían su cerebro, la ayudaban a distraerse con el
cigarro entre los dedos, el humo, y la sensación mental de estimulación y
relajación que le producía el tabaco.
Su conflicto
interno para lograr dejar de fumar la absorbía en todo momento. Este sentir la
hacía repudiarse y amarse a la vez.
Por un lado
se aferraba a la idea de que el tabaco era natural y fumado por los indígenas
desde tiempos remotos como símbolo de la Paz, y por otro lado, leía los
mensajes constantes escritos en las cajetillas que advierten que “fumar mata”.
En este ir y
venir de pensamientos encontrados, se sentó con las piernas cruzadas para
meditar su problemática, deseando encontrar la fuerza de voluntad suficiente
para dejar de fumar.
Todo su
sentir se volcó en esa necesidad, y de repente le ocurrió algo inesperado… un
aroma a menta invadió su sentido del olfato. Intensamente, el olor a menta le
comenzó a quitar las ganas de fumarse otro cigarrillo.
Sorprendida,
se puso en pie, tratando de localizar de dónde provenía esa esencia constante
que percibía a través de su nariz, pero por más que miraba no hallaba ninguna
planta, ningún ambientador, nada de nada…
¿De dónde provenía ese aroma a menta? Se preguntaba
una y otra vez, sin dar crédito a lo que la estaba sucediendo.
Estaba
perpleja, pero sentía un bienestar completo, el olor a menta le había quitado
las ganas de fumarse ese cigarrillo que tanto le “apetecía” llevada por el
vicio del tabaco al que estaba sometida.
Asombrada se
acostó respirando profundamente, oxigenando sus pulmones, sintiéndose libre de
la necesidad de tener que fumarse un cigarrito antes de dormir.
Al amanecer
las ganas de fumar habían desaparecido, y de hecho, no volvió a fumar jamás
recordando lo que le había sucedido.
Al contar su
experiencia, surgieron tres versiones que explicaban aquel fenómeno. La primera,
la más mística o mágica, era que el Misterioso Universo la había ayudado a
aumentar su fuerza de voluntad para dejar de fumar, enviándole ese aroma a
menta para depurarla; las segundas razones, las más científicas, eran que su
Cerebro, mediante la sugestión a la que lo había sometido, había reproducido
ese olor para sanarse, una conjugación perfecta entre mente y cuerpo; no
obstante, la tercera versión, la más reconocida y aceptada científicamente, es
que estuvo en pleno brote de Esquizofrenia; un desdoblamiento mental entre la
realidad y un conjunto de síntomas extrasensoriales que enajenaron su persona.
Increíble pero cierto.
¿Has sentido
algo parecido alguna vez?
Si es así,
debes ir al Hospital inmediatamente y explicar lo que te sucede para que te
ayuden a recuperar el sentido verdadero de la realidad, aunque a ti te parezca que
se trata de un fenómeno paranormal.